Entendemos el coaching como una disciplina de acompañamiento personal, enfocada en el desarrollo de lo que llamamos “inteligencia integral” (mental, corporal, emocional) dirigida a la inserción productiva de la persona en las dinámicas organizacionales contemporáneas. El Coaching es un proceso de aprendizaje a través del cual transformamos el tipo de observador que somos, lo que deriva en un cambio conductual, ya que toda acción resulta del tipo de observador que cada uno de nosotros es. Observador es la forma particular en que un individuo otorga sentido a la situación que enfrenta, antes de intervenir en ella. En consecuencia, al ampliar/cambiar el observador, construimos nuevos y diferentes sentidos que transformarán nuestras acciones y nuestros consiguientes resultados. De allí, el concepto de transformación personal y el carácter ontológico del coaching.
El énfasis lo colocamos en la “gestión y responsabilidad de uno mismo” y en la articulación de la misión/visión personal y la misión/visión de la organización.
El trabajo de coaching en el lugar de trabajo es un proceso sistemático enfocado en la solución, orientado a resultados donde el coach facilita el desempeño en el trabajo, el aprendizaje auto-dirigido y el crecimiento personal del cliente o “coachee”.
Creemos que dentro de todo proceso de aprendizaje (y la vida laboral lo es ciertamente) es necesario hacerse cargo no solo del hacer, sino del “ser”, incluyendo al que aprende y no sólo lo que aprende. A este enfoque lo llamamos ontológico en cuanto se ocupa de la constitución de la persona y de su propia coherencia.
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